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En los últimos años, las empresas en México y en el mundo han enfrentado un cambio profundo en la manera de concebir sus responsabilidades frente a los derechos humanos de quienes integran sus equipos de trabajo. Hoy no basta con cumplir formalmente la ley: es indispensable construir espacios laborales seguros, incluyentes y libres de violencia.
En este contexto, contar con protocolos para prevenir y atender el hostigamiento y el acoso laboral y sexual se ha convertido en una necesidad estratégica y ética.
La discriminación y las distintas formas de violencia en el trabajo no son fenómenos aislados. Responden a prácticas culturales arraigadas que históricamente han colocado a ciertos grupos —en particular a las mujeres— en situaciones de desventaja.
Estas conductas no solo vulneran derechos humanos y laborales, sino que impactan directamente en:
Un centro de trabajo que tolera el acoso o la discriminación se convierte, inevitablemente, en un espacio de exclusión, rotación constante de personal y conflictos internos. Por el contrario, las organizaciones que apuestan por la igualdad sustantiva y la inclusión generan entornos más eficientes, creativos y comprometidos.
En México, el derecho a la igualdad y a la no discriminación cuenta con un sólido respaldo constitucional y convencional. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como diversos tratados internacionales ratificados por el Estado mexicano —entre ellos la CEDAW, la Convención de Belém do Pará y los convenios de la OIT— imponen obligaciones claras tanto a las autoridades como a los particulares.
Cada vez con mayor frecuencia, empresas privadas, organismos públicos y organizaciones de la sociedad civil exigen a sus proveedores y aliados acreditar la existencia de políticas y protocolos internos en materia de igualdad, inclusión y erradicación del acoso. No contar con ellos puede traducirse en:
Un error común es pensar que un protocolo es únicamente un requisito formal o un documento estándar descargado de internet. En realidad, un protocolo eficaz debe:
La experiencia demuestra que los protocolos que no consideran la realidad interna de la empresa ni preparan previamente a quienes deberán aplicarlos suelen fracasar o quedar en letra muerta.
Implementar un protocolo bien diseñado no solo previene conductas indebidas; también permite:
Cuando los cambios se introducen de manera gradual, participativa y acompañados de capacitación, es posible transformar resistencias en compromisos reales.
La elaboración e implementación de protocolos contra el acoso requiere un enfoque jurídico, preventivo y humano. No se trata únicamente de cumplir con la ley, sino de comprender las dinámicas internas, escuchar a quienes integran la organización y construir soluciones viables y sostenibles.
Por ello, en Bufete de Buen ofrecemos a empresas, despachos y organizaciones un servicio integral de diseño, adecuación e implementación de protocolos en materia de igualdad de género, inclusión, no discriminación y erradicación del hostigamiento y acoso laboral y sexual.
Este acompañamiento puede incluir:
Con el objetivo de que el protocolo no sea un simple documento, sino una herramienta viva y efectiva.
Invertir en protocolos contra el acoso no es un gasto: es una decisión estratégica que protege a las personas y fortalece a las organizaciones. Las empresas que hoy asumen este compromiso no solo cumplen con la ley, sino que contribuyen activamente a la construcción de un entorno laboral más justo, productivo y humano.
Si tu empresa busca avanzar en este camino con seriedad y responsabilidad, contar con asesoría especializada puede marcar la diferencia.
Nos daría mucho gusto colaborar en ello.